El día de bilingüismo
„Rybka se esta smażando”, „Mamo! To już czytabamos!”, „Me he plamado!” – seguramente muchos de los padres que viven en España con sus hijas han oído expresiones semejantes. Los pequeños las sueltan sin menor preocupación por si lo dicen correctamente o por si lo entendemos. Lo importante es comunicarse. Y es precisamente esta despreocupación y falta de complejos tan propia de los niños la que les facilita tanto el aprendizaje rápido de idiomas. Los niños absorben el mundo a su alrededor, empapándose del idioma o idiomas que oyen en casa, en la guardería o en el colegio. Es un potencial único que no tiene precio. Por eso es tan importante acompañar al niño en el desarrollo lingüístico, dándole en la medida de lo posible, herramientas de aprendizaje de dos o más idiomas simultáneamente. Y aunque seguramente muchos nos preocupamos en exceso por si él o ella sabrá manejar tanta información, debemos darles esta posibilidad y convencernos de que sí es posible. Lo importante es ser consecuente en emplear siempre el mismo idioma dirigiéndose al niño. Así que no es solo un gran reto para los pequeños sino también para nosotros – los padres. Pero de verdad merece la pena. A lo largo de todo el periodo escolar un niño bilingüe está en una posición privilegiada: sabe pensar en dos idiomas a la vez, habla al menos dos idiomas y tiene más facilidad para aprender lenguas nuevas. Sabe que es lo que le diferencia de los demás y cómo sacarle provecho. Ha aprendido también a apreciar y valorar las diferencias entre culturas y realidades.